El doctorado a los 50

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Es curioso cómo casi cualquier programa público que busca incentivar estudios de doctorado o investigación se dirige a jóvenes. Son el futuro. Quizá sea la mala conciencia de que por primera vez en mucho tiempo hemos conseguido que sus condiciones sean peores que las nuestras. Estoy hablando en términos generacionales. El mensaje es que deben prepararse, más aún. Necesitamos un ejército de jóvenes con vocación investigadora. Y ya puestos, por qué no decirlo, con enfoque STEM, que es lo que mola. Perdón por la incorrección política.

Dar el paso de doctorarse a los 50 es una rareza. Algo así como un capricho de alguien que se quiere proporcionar a sí mismo la satisfacción de hacerlo porque le apetece. El incentivo sale de dentro. No hay ningún impulso externo que te acompañe. Nadie verá ayudas de un tipo o de otro. Nadie verá programa alguno que estimule que sí, que puedes hacerlo, también a los 50.

Más aún, si fuera el caso de que lo haces en la jubilación, a lo mejor entonces hasta sales en el telediario en prime time. Mira el abuelete, que animado, se sacó el carnet de conducir y el doctorado. Qué majo, qué entrañable. Hay que ver cómo chochea esta gente mayor. ¿Utilidad? Cero a la izquierda.

Las brechas generacionales siempre han estado con nosotros. Los jóvenes son quienes tienen la obligación de estudiar y de investigar. Tienen que labrarse un futuro. Los cincuentones a lo mejor si acaso nos tenemos que reciclar para no perder el puesto de trabajo. Lo de los jóvenes es futuro y lo nuestro autodefensa. Pero la realidad es la que es: ¿el doctorado es atractivo para una persona adulta con empleo? A no ser que estés cerca del mundo académico, me temo que ya sabes la respuesta. Mira a tu alrededor y busca iniciativas a partir de los 50 que tengan que ver con el doctorado. ¿Qué tal? Ya, qué preguntas hago.

Disculpad, porque este post quizá quede un tanto negativo en un contexto en el que quien escribe ha depositado mucha ilusión. Pero la realidad nos coloca a cada cual en nuestro sitio. En positivo diría que es evidente la enorme bolsa de mejora en torno a incentivar la investigación y el rigor en el análisis, en torno a incentivar el estudio y la adquisición de nuevas competencias. A los 50 eres un bicho raro. Serás doctor, pero, sobre todo, un bicho raro. Y ya está, no digo más.

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17 Comentarios

  1. Mentxu

    El doctorado a los 20-30 es un proceso de aprendizaje en todos los sentidos: desde adquisición de herramientas de trabajo a hábitos, actitudes y aptitudes para observar y analizar el «objeto de estudio» para conocerlo y proponer acciones de mejora, si fuera necesario.

    El doctorado a los 50 tiene un mérito del copón para mí! Hasta ahora solo he conocido personas funcionarias que en ratitos/horas muertas de oficina y en muchas horas de su tiempo libre disfrutaban de este camino.

    El doctorado en la jubilación me parece lo más! Una manera de seguir aprendiendo y de mantener activo el cerebro además de regalar a la sociedad análisis y síntesis desde una vida llena de experiencias.

    Y tu tesis a los 50, sin ser funcionario y con tanta ilusión por compartir tu viaje, me parece un gran regalo!

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    1. Julen Iturbe-Ormaetxe (Autor del artículo)

      Bonita segmentación esta que planteas, Mentxu. Desde luego que en distintas épocas vitales el doctorado debe representar ilusiones diferentes. En la jubilación a lo mejor nos ponemos con un segundo doctorado, ¿no? ???

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  2. Iñaki Murua

    Saludos de otro bichi raro/i> y, factor concurrente supongo, producto del 64 😉

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    1. Iñaki Murua

      bicho, claro 😀

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    2. Julen Iturbe-Ormaetxe (Autor del artículo)

      Ya, algo debió de pasar ese año en esta parte del sur de Islandia 😉

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      1. Carmen B Fernandez

        Otra de la clase del 64, año del dragón!

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        1. Julen Iturbe-Ormaetxe (Autor del artículo)

          Algo debió de pasar aquel año, Carmen, jejeje.

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  3. Javier García León

    Hice el doctorado con 35 años por el gusto de hacerlo pues no era requisito para mi trabajo. Posiblemente es la linea de mi CV de la que me siento mas satisfecho: lo hice porque quise, me lo pasé bien y aprendí a ver las cosas de otra forma, que por supuesto me ha sido de gran utilidad en mi vida laboral. Que mi director fuese Enrique Nájera creo que es parte del éxito.
    Un amigo mio ha hecho su segundo doctorado a los 60 y estoy pensando que quizás sea una buena cosa para la jubilación (no sé que dirán las normas de nuestras universidades al respecto).
    «Haz al menos un doctorado en tu vida :)»

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    1. Julen Iturbe-Ormaetxe (Autor del artículo)

      Hola, Javier.
      Yo también tengo cerca una compañera que está con su segundo doctorado. Será entonces que hay quien disfruta de lo lindo con él. Yo, aunque a veces me ponga en plan cascarrabias, también debido decir que he disfrutado. Con altibajos, pero disfrutado 🙂

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  4. txerra

    Yo estoy doctorándome a los 40, bueno, más bien con 40 y también tengo sensación de bicho raro. Eso sí, no saben bien mis compañeras de trabajo lo que se pierden, lo que estoy disfrutando y aprendiendo … a pesar de que haya tenido que reducir mi jornada laboral … a pesar de pasar muchos fin de semanas en invierno encerrado en mi oficina de casa …

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    1. Julen Iturbe-Ormaetxe (Autor del artículo)

      Pues nada, txerra, que lo disfrutes, que no están los tiempos para renunciar a estos placeres 🙂

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  5. Luis

    Absolutamente de acuerdo Julen, de otro bicho raro que lo hizo a los cuarenta y ocho.

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    1. Julen Iturbe-Ormaetxe (Autor del artículo)

      Jejeje, debe haber algo en la frontera de los 50, ¿no? 😉

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  6. Paco Gonzalez

    En Francia, por lo que me contaron hace unos años, si tienes escritos suficientes (libros, capítulos de, artículos (cualquiera), etc.) te piden que los revises y sostengas la tesis (¿no va de eso en el fondo?) que se construye en ellos (y en la producción intelectual de uno). Entonces no es tan raro ver a gente con trayectoria profesional o de investigación independiente sacarse el doctorado fuera de la edad “prevista para ello”. Aparte de tener todo el sentido del mundo, eso de reconocer que la producción de conocimiento (académico) no sea exclusiva de “puertas para adentro” de la universidad, hace justicia con personas que en su momento decidieron no seguir la corriente mayoritaria, que decidieron explorar nuevos conocimientos. Seguro que no es del todo así de idílico como se pueda imaginar, pero tiene mucho sentido común.

    Por cierto, conozco quien con 68 y estando profesionalmente activo obtuvo su doctorado. Sigue en activo 4 años después.

    Un abrazo, y disfruta de la defensa cuando la hagas.

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    1. Julen Iturbe-Ormaetxe (Autor del artículo)

      Hola, Paco.
      Sí, hay plan B para doctorarse a través de publicaciones académicas. Menos mal. Mientras, los que, tozudos, vamos por el plan A, tendremos que llegar al final y disfrutar, cómo no, con la defensa cuando la lleve a cabo. De esto último estoy seguro al cien por cien 🙂
      Un abrazo.

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  7. Odon El Kabir

    Hola, tengo 51 y acabo de doctorarme. No ha sido fácil. Me han puesto muchas trabas sobre todo para poder matricularme. No he tenido becas, ni ayudas, ni nada por el estilo y por supuesto me ha costado una pasta la investigación que ha salido de mis bolsillos. Dicho lo cual, también debo añadir que no me arrepiento de nada. El esfuerzo ha merecido la pena. A mi me gusta subir montañas y esto ha sido como subir un 8000. Y además sólo, sin guías ni «sherpas». Pero ahora viene el momento de rentabilizar el trabajo. Las buenas investigaciones, novedosas y minuciosas tienen mucho atractivo. No tenía trabajo cuando lo empecé y no sé si con esto tendré más opciones de trabajar, dada la estúpida dirección que lleva nuestro país de prescindir de los mayores de 45 y mandarnos al paro. Pero repito, es como subir al Everest…. en todos los sentidos.

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    1. Julen Iturbe-Ormaetxe (Autor del artículo)

      Enhorabuena. Espero que te sirva y te aporte mejores perspectivas. Un abrazo 🙂

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